A 25 años de la Visita del Venerable Álvaro del Portillo a Puerto Rico

En los días que D. Álvaro estuvo aquí –del 19 hasta el 24 de enero de 1988- visitó la Catedral de San Juan para saludar a la Virgen de la Providencia; tuvo un encuentro multitudinario en el Centro de Bellas Artes de Santurce y otro en el Teatro La Perla en Ponce; fue invitado especial del Cardenal Luis Aponte Martínez y de Mons. Juan Fremiot Torres Oliver, Obispo de Ponce en ese momento. Además tuvo encuentros con varias familias y amigos.

D. Álvaro comenzó su estancia con una romería a la Virgen de la Providencia en la Catedral de San Juan

El 19 de enero de 2013 se cumplieron los 25 años de la visita a Puerto Rico de don Álvaro del Portillo, quien fue declarado Venerable por Benedicto XVI el pasado 28 de junio del 2012.

Era la primera vez que venía el Prelado del Opus Dei y sucesor de San Josemaría a la Isla, cumpliendo así un deseo que tenía el mismo Fundador pero que no se pudo dar.

La primera visita del viaje, el 20 por la mañana, fue a la Catedral de San Juan, donde rezó ante la imagen de la Virgen de la Providencia. Don Álvaro quedó muy removido por esta invocación, comentando "qué piadosa y bonita es la imagen". Después, quiso tener una estampa de la Virgen de la Providencia como marcador para su breviario, que conservó hasta el último día de su vida en la tierra.

El Cardenal Luis Aponte Martínez, desde que supo que don Álvaro venía, manifestó su deseo de recibirlo y agasajarlo. El 20 por la tarde, en pleno festejo de la Fiesta de San Sebastián, don Álvaro llegó al palacio arzobispal, en medio de una gran tranquilidad. Lo que no sabía era que el Cardenal había pedido a los festejantes y organizadores de las Fiestas que dejaran de hacer ruido y que bajaran el volumen mientras durara la cena. Don Álvaro luego comentó que había sido una muestra de gran fe y cariño el hecho de que hicieran lo que les pedía el Cardenal.

El entonces Obispo de Ponce, Mons. Torres Oliver, también quiso agasajar a don Álvaro, quien estuvo en Ponce el día 21 de enero. Al despedirse, Monseñor Torres Oliver le entregó como obsequio un libro y una cruz pectoral, que resultó ser la primera que tuvo, regalo de un hermano suyo con motivo de su consagración episcopal.

A Doña Fela, D. Álvaro le dijo: "Me han hablado con tanto cariño de ti, alcaldesa casi perpetua de San Juan, de tu porte elegante, de tu eterna juventud. Porque cuando luchamos por ser cristianos de verdad, por enamorarnos de Dios, no envejecemos".

Los encuentros en el Centro de Bellas Artes de Santurce y en el Teatro La Perla de Ponce fueron muy concurridos. De hecho, el titular del periódico que cubrió la tertulia de Bellas Artes decía Audiencia Record. Fue el 23 de enero, y efectivamente acudieron personas de toda la isla para pasar un rato con don Álvaro, escuchándole contestar preguntas del público. Entre los asistentes estuvo Doña Felisa Rincón de Gautier, primera mujer alcaldesa de San Juan, conocida como Doña Fela, a quien don Álvaro saludó con mucho cariño y dio las gracias por venir a "oír a este sacerdote", pidiéndole que rezara por él para que fuera bueno y fiel.

Entre otros temas, don Álvaro habló de la importancia de acudir al Sacramento de la Confesión y del amor a la Virgen, ya que se estaba celebrando en la Prelatura un Año Mariano, por cumplirse el 70º aniversario de la fundación del Opus Dei.

En Ponce, el día 21 de enero, el Teatro La Perla estuvo abarrotado. Don Álvaro recordó que ese día se cumplían los cincuenta y cinco años desde la primera clase de formación para jóvenes, impartida por el Fundador del Opus Dei en Madrid. Contó que sólo habían llegado tres estudiantes, aunque San Josemaría había invitado a diez o doce muchachos. Al terminar la clase, les impartió la bendición con el Santísimo Sacramento, y contaba después que mientras los bendecía, no vio a tres, sino "a trescientos, a tres mil, a tres mil millones, de todas las razas, de todos los colores, de todas las edades, de todas las naciones". Este año -2013- se cumplen los ochenta años de esa primera clase.

Entre una actividad y otra, don Álvaro recibió a muchas otras personas que asisten a los medios de formación en Centros del Opus Dei y a familias enteras que recibían con mucha alegría su bendición. Muchos de los niños que estuvieron en esos encuentros ya son adultos y recuerdan con nitidez el cariño de don Álvaro y la suerte de haber estado con un sacerdote santo que está camino a los altares.